lunes, 8 de abril de 2013


“Hitler es el juramento de exterminio contra el Marxismo. ‘‘Dentro de diez años —dice— no habrá marxismo”, Y también: ‘‘La joven Alemania viene a salvar la civilización del Bolchevismo’. La primera promesa está en el camino de cumplirse: no cuesta gran trabajo vislumbrar el éxito tras el triunfo impresionante del 5 de marzo.

“¿Y la otra? ¿Habrá brotado en Europa Central el nuevo Carlomagno? Porque no otra gesta histórica se trata que de salvar, como en el oscuro siglo XVIII, el orden y la ética de las apetencias ciegas de grupos que renuncian a la vida civilizada; la jerarquía y el espíritu, de entre el barro de la disolución moral y la exaltación de los peores; la responsabilidad personal y las ideas universales, de la servidumbre a un despotismo colectivo, a la degradación política del Estado-horda…

“Cristianismo frente a comunismo, civilización contra barbarie.

‘‘¿Habrá sonado la hora de la batalla definitiva? ¿Por qué no podemos espetar que el estampido de Berlín haga temblar hoy y derribe mañana las torres de Moscú?

‘‘Por de pronto, la resolución germana, que ha encontrado un Jefe, un Caudillo, un Rey, servirá para rasgar con hierro — hierro militar de reciente temple de imperio y de fe— las nuevas marcas de Oriente. EI Tercer Imperio de Centro Europa detendrá en la raya bárbara del Oriente la ola de regresión que, entre espumas de hipocresía social y bramidos de amenazas despiadadas e impías, avanzaba segura sobre una Europa minada por fermentos de ruina. Si; Hitler, el otro Carlomagno, restaura la barrera secular que separa las dos partes de Eurasia. Quédese Moscú con sus tinieblas y su dolor. Renuncie a ganar Occidente, donde ya las armas catalaúnicas relucen en la ribera de la Alemania y sobre las mesetas meridionales de la latinidad (Italia ayer: ¡ESPAÑA MAÑANA!)

‘‘Hitler es la cruz svástica contra la hoz, como Carlos V el sucesor de Carlomagno, era la Cruz de Cristo contra la Media Luna.

“¿Y España? ¿Nada tiene que hacer España en esta Cruzada? Sepan nuestros jóvenes cuánto significa que quien ha sabido despertar una raza con la palabra, la organización y el combate, llegue a la cumbre invocando a Dios. ‘‘Venimos —dijo—- a devolver al pueblo la fe en Dios que había perdido”. Y en su prensa, en elperiódico que desde el principio habla por Hitler, veía yo hace pocos días un dibujo con esta leyenda: “Enséñale tu a amar a Dios. Yo le he enseñado a amar a su Patria”. Quien lo dice es un guerrero civil, la personificación de las milicias hitlerianas, que representa un adolescente - la joven Alemania— y se lo muestra a un sacerdote. Y el sacerdote, hostil y receloso, se deja suplicar: parece representar al Centro Católico; mejor, a la Iglesia Católica (no la Luterana) constante y clamorosamente requerida por Hitler en los últimos meses para que se incorpore a la lucha nacional contra la barbarie ateista”.

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