lunes, 8 de abril de 2013

A.N.R.


De igual modo que no creemos en la utopía marxista de la lucha de clases,entendiendo que no existen clases opuestas (existen clases con diferentes habilidades sociales, interdependientes, partes de un todo, cuyas diferencias se aprovechan para hacer funcionar a una nación), tampoco creemos en la enfermiza idea femenista de enfrentar a los sexos. Hombre y mujer son diferentes pero necesariamente complementarios para completar el sagrado ciclo vital. En nuestra relación diaria con el sexo opuesto percibimos la existencia de sutiles pero innegables diferencias en la forma de sentir, amar, sufrir, trabajar; en definitiva, de vivir. Los cerebros femenino y masculino, desde incluso antes de nacer, son iguales en inteligencia, pero algo diferentes, en estructura y funcionamiento.
Nosotros, nosotras, somos conscientes y reivindicamos esas diferencias.
A.N.R.

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