Mientras la resistencia húngara peleaba contra los tanques soviéticos usando cocteles molotov en las estrechas calles de Budapest, surgían consejos revolucionarios a nivel nacional que asumían la autoridad gubernamental local y convocaban a huelgas generales. Los símbolos públicos comunistas, tales como las estrellas rojas y los monumentos conmemorativos de guerra soviéticos fueron retirados y los libros comunistas fueron quemados. Surgieron milicias revolucionarias espontáneas, como el grupo de 400 hombres más o menos liderados por József Dudás, que atacaron y mataron a simpatizantes soviéticos y a miembros de la ÁVH. Las unidades soviéticos lucharon principalmente en Budapest; en otras partes, el campo estaba mayormente tranquilo. Los comandantes soviéticos a menudo negociaron ceses al fuego locales con los revolucionarios. En algunas regiones, las fuerzas soviéticas lograron sofocar la actividad revolucionaria. En Budapest, la lucha con los soviéticos llegó a un punto muerto y las hostilidades empezaron a decaer. El general húngaro Béla Király, liberado de una cadena perpetua por ofensas políticas y actuando con el apoyo del gobierno de Nagy, buscó restaurar el orden unificando elementos de la policía, ejército y grupos insurgentes en una Guardia Nacional. Se concertó un cese al fuego el 28 de octubre y, para el 30 de octubre, la mayoría de las tropas soviéticas se habían retirado de Budapest a una guarniciones en el campo húngaro.
En honor a todos los caidos por su país.
Viva Hungria.
JuventudInfame
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